Estas redes protegen de diferentes tipos de insectos, previenen la propagación de microorganismos víricos y otros patógenos. Además, garantizan el microclima interior ideal, con un óptimo paso de aire y luz.
Son una barrera contra los áfidos, el viento, la arena, la sal; resisten a los agentes atmosféricos; son inseguros por los rayos ultravioletas gracias a los procesos especiales que sufren; son resistentes a las estrías.